Deste libro,  de fantásticas poesías dedicadas ao río Xares e otros textos,  recopilo moitísima información que resumo neste link.

Acceso as poesías e textos de Esteban Enriquez.

Deste libro de poesías tamén collín poesías dedicadas o río Xares, A Prada e o Balneario de  Mondón.

(Con licencia de CEDRO, Centro español de derechos reprográficos.)

Acceso as poesías de Leoncio Fernández.

salir.jpg (922 bytes) Saír.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EN LAS ORILLAS DEL XARES.

Río Xares de aguas limpias de los neveros gélidos,

en donde se bañaban las náyades, cerca de las cascadas,

jugando con la espuma que formaban al caer las aguas?

(Pongo la poesía En las orillas del Xares íntegra, el río Xares de su poesía bien se lo merecía,  y doy las gracias y la enhorabuena a Esteban Enriquez Fernández por deleitarnos con un libro tan maravilloso, desde el principio al fin.)

 

    EN LAS ORILLAS DEL XARES

 

   ¡Oh, pacíficos sotos de castaños y amarillas retamas

de cegadora luz, cuando florecen esparciendo aromas

al viento, que lleváis a mi memoria los sueños queridos

de mis amores jóvenes y mágicas pasiones bellas...!

 

   Cuando vuelvo atrás la mirada, veo las montañas y laderas

que dieron vida a mis sueños jóvenes a orillas del Xares,

en veranos felices, bañándome en sus limpias aguas.

¡Oh, luminosos sueños de mis sueños primeros, ya lejanos,

recorriendo grutas y senderos verdes de alfombras hierbas,

donde crecían flores y tréboles que aromaban mis sentidos;

¡Volved otra vez! que el sol todavía se asoma al amanecer,

y la tierra sigue girando sobre su eje...

 

   Cuando alzo mis ojos sobre las ensortijadas hojas

de la hiedra que se abraza a los castaños por donde el sol se filtra

aún veo las cumbres en donde la nieve engendraba arroyos

y alimentaba el río, en tanto el viento se deshacía en música,

mientras en los castaños brotaban áureas cabelleras

de flores amarillas, que peinaba la brisa de la tarde;

y aún escucho el susurro de los robles que acaricia el viento

en la cima del monte, allí donde pastan los ganados

y la nieve descansa en el invierno en un apacible sueño...

 

   Veo las mismas cumbres que dora el sol del atardecer

cuando regresaban los ganados al toque de oración;

y veo las laderas donde crecían tomillos y cantuesos,

que esparcían su aroma al viento filtrándose entre las nubes

purpúreas de la tarde, al ponerse el sol en el ocaso;

y al verlas, todavía siento la nostalgia del tiempo,

cuando subía al monte escalando paso a paso entre brumas.

 

    A orillas del Xares, hijo del Sil, vi crecer los alisos

gigantes, elevándose sobre los castaños centenarios,

en donde los molinos trituraban los granos de centeno

cultivado en las laderas, junto a las cantuesos y tomillos...

Y me pregunto: ¡Dónde está aquel río que desapareció

del cauce hoy totalmente seco y no se escuchan sus murmullos?

¿Qué fue del agua donde se bañaban las ninfas de los bosques,

en las cálidas tardes de verano, cuando calentaba el sol?

 

    ¡Salve! cumbres y montañas que al Xares permitisteis paso

desde las puras fuentes de Trevinca hasta los valles del Sil

en Valdeorras; ¡Salve! También vosotros sufristeis

el escarnio y el expolio de los trozos de poesía

que musicaban los jilgueros, el zorzal y los ruiseñores...

  

    La historia se repite; antes fueron poderos Romanos

abriendo canales para lavar las áureas arenas,

y hoy, son centrales eléctricas de fuerza energética.

De aquel río ya no queda nada, está seco su cauce,

solamente el recuerdo de que por allí pasó una vez un río

que todavía buscan mis ojos entre las calladas sombras

de los verdes alisos que invadieron sus grutas y su cauce.

 

   ¿Dónde estás río Xares de aguas limpias de los neveros gélidos

en donde se bañaban las náyades, cerca de tus cascadas,

jugando con la espuma que formaban al caer las aguas?

Ya no eres río, ya no eres nada, sólo el recuerdo mudo

de un pasado feliz irrepetibles, de una ilusión perdida.

De ti, hicieron una tumba ciega para ocultar las lágrimas

de los poetas, que de tanto llorar, se les fugo el alma...

La poesía ¡sensacional! es de Esteban Enríquez. Las fotografías del río Xares (de aguas verdes y cristalinas...) son propiedad del autor de la www y por lo tanto de los vecinos y amigos  de Alberguería.

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LA HERRERÍA DEL XARES.

Situación aproximada de la Herrería, hoy bajo las aguas del embalse de Santa Eulalia, en el río Xares. Mapa actual junio 2006.

Otro mapa más simple y que indica donde estaba la herrería en relación a Alberguería y la actual Prada, en el Municipio de A Veiga. Ourense. Mapa actual junio 2006.

En el mapa de 1941 se ve la zona donde estaba la herrería, al lado de Mondón y al lado del puente que cruzaba el río Xares en el camino desde Prada a Mondón y San  Fiz. Hoy la herrería está bajo el embalse de Santa Eulalia.

En la fotografía (desconozco el autor) está situada aproximadamente la Herrería, justo en el cañón del Xares. La foto está sacada cerca de  Prada.

En la fotografía actual (2006) sacada desde satélite para el programa Sigpac se puede observar perfectamente la zona en donde se ve perfectamente las pocas casas de Mondón y por supuesto no se ve la Herrería que he situado en el embalse. Tampoco se ve, por supuesto, el puente que existía en ese lugar y que comunicaba Mondón con San Fiz y el camino a Prada.

LA HERRERÍA DEL XARES.

(Texto sacado del libro En las orillas del Xares de Esteban Enríquez Fernández)

   La Herrería estaba allí, en el bajo Xares, cerca de Mondón y frente al viejo balneario de aguas ferruginosas a donde acudían los agüistas todos los veranos a tomar sus aguas beneficiosas para la salud que les recomendaban los médicos.

  El balneario estuvo en activo y en pleno auge, hasta el final del siglo XIX y comienzos del XX; pero la Herrería se había cerrado mucho antes, aunque por esas fechas todavía estaba en pie la construcción de fábrica, donde se podía contemplar entre las ruinas el gran martillo o maza de hierro. También estaba bien visible y en perfecto estado el trozo de canal romano que había aprovechado la herrería para tomar las aguas río arriba hasta la misma herrería. Todo esto permanece ahora sepultado, bajo las aguas del embalse de Santa Eulalia.

  El balneario se salvó del embalse porque no le alcanzaron las aguas, así como el Santuario de la Ascensión de Prada; pero no tuvo la misma suerte la aldea de Alberguería que quedo sumergida bajo otro embalse.

  El trozo de canal todavía visible construido por los Romanos, también está allí durmiendo bajo las aguas, recordando el pasado histórico, lo mismo que las zapatas del puente que unía la herrería con Mondón.

  Los Romanos, habían iniciado el canal aguas abajo del arroyo de Riomao, para conducirlas después a los lavaderos de las arenas auríferas en las proximidades de Montefurado.

   El trozo del canal Romano hasta la Herrería, está casi intacto porque se conservó al ser aprovechado por la Herrería, para conducir las aguas hasta el pie de fábrica para enfriar las coladas.

   Todo esto, duerme ahora en el silencio de los recuerdos. condenado al olvido, porque los que construyeron los embalses, se encargaron de borrar definitivamente cualquier vestigio y para mayor escarnio hay que decir que el puente que separaba las dos orillas del Xares entre San Fiz y Mondón, se hizo desaparecer sin reponerlo.

Nota del autor de la www:

Había oído hablar de esta herrería a Ovidio Prada, que incluso me comentó la existencia de ese canal Romano que iba, al parecer, hasta Montefurado, algo increible. También me comento que un estudioso poseía un estudio sensacional sobre esta Herrería, estudio que realizó cuando se hicieron las obras del embalse de Santa Eulalia. No descarto por lo tanto poner en esta página www ese estudio, aunque todo esto es simplemente una posibilidad.

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EL BALNEARIO DE MONDÓN

Situación aproximada del Balneario de Mondón. Mapa actual junio 2006. Este Balneario no quedó bajo las aguas del embalse de Santa Eulalia.

Otro mapa más simple y que indica donde está Mondón en relación a Alberguería y la actual Prada, en el Municipio de A Veiga. Ourense. Mapa actual junio 2006.

En el mapa de 1941 se ve la zona donde estaba la herrería, al lado de Mondón y al lado del puente que cruzaba el río Xares en el camino desde Prada a Mondón y San  Fiz. Hoy la herrería está bajo el embalse de Santa Eulalia.

En la fotografía sensacional del cañón de Xares (de Juan Carlos Alvárez),  está situada aproximadamente la Herrería, justo en el cañón del Xares. La foto está sacada cerca de  Prada.

En la fotografía actual (2006) sacada desde satélite para el programa Sigpac se puede observar perfectamente la zona en donde se ve perfectamente las pocas casas de Mondón y por supuesto no se ve la Herrería que he situado en el embalse. Tampoco se ve, por supuesto, el puente que existía en ese lugar y que comunicaba Mondón con San Fiz y el camino a Prada.

Fotografía del Balneario de Mondón (sacada en el 2004) cedida para esta www por Mako, que por cierto me está enviando todo un conjunto de fotografías y datos de este Balneario que será publicado posteriormente en esta página www.

EL BALNEARIO.

(Texto sacado del libro En las orillas del Xares de Esteban Enríquez Fernández)

   El Balneario de Mondón, puede decirse que fue fruto de una corriente costumbrista, o quizá la moda de una época feliz que tuvo su pleno auge en el siglo XIX o principios del veinte, hasta bien entrado ya el año 1936, aunque todavía aquel año hubo agüistas en Mondón, porque a partir de esa fecha se cerró definitivamente, como consecuencia de la guerra civil en España.

   Todavía en los años anteriores al conflicto, en el treinta y tres o treinta y cuatro, seguía en pleno apogeo, acudiendo la gente a tomar aquellas aguas minerales-ferruginosas que les recomendaban los médicos de aquella época.

   El balneario, tenía su capilla para los actos religiosos, dedicada a Santo Tomás de Becket, en donde oficiaba misa todos los domingos un sacerdote que venía de la parroquia de San Martiño, y luego por las tardes se hacía fiesta en la explanada o plaza principal junto al balneario, animada con gaitas gallegas, para entretener y distraer a los agüistas.

   A partir del año 1936, el balneario corrió la misma suerte que el canal Romano, la Herrería y el puente que comunicaba las dos orillas del Xares entre San Fiz y Mondón y San Martiño de O Bolo, con la sola diferencia de que el balneario, no lo sepultaron las aguas del embalse.

    El balneario se cerró por si solo; por abandono y las malas comunicaciones y también por las desastrosas consecuencias de la guerra civil del treinta y seis.

   Ahora sólo quedan sus ruinas en medio de un monte incomunicado, perdido entre zarzas y brezos, que poco a poco van acabando con los viejos castaños que florecían en primavera y daban sombra gratificante en el verano.

 

 

Notas del autor de la www:

(1) De San Martiño a Mondón hay 2,5 Km. Camino que hacía el cura los domingos para decir misa en Mondón.

(2) Hoy el balneario de Mondón está totalmente abandonado. En el lugar a veces viven gentes que vienen de otros lugares que no tienen nada que ver con el pueblo.

Esta es una vista actual de Mondón (junio 2006), vista fotografía desde un satélite. Sigpac. Desconozco actualmente como se llega a este lugar. A la derecha el embalse de Santa Eulalia.

(3) Del Balneario, como de cientos de cosas, me habló Ovidio Prada. Es más, Ovidio fue quien me regaló este libro tan maravilloso.

 Me contó que de niño había ido con sus amigos hasta este lugar y ante mis preguntas acerca del río Xares, sobre todo sobre su riqueza piscícola, concretamente quería saber si llegaban las anguilas a estos lugares por supuesto en su peregrinar desde el mar,  me resumió una anécdota que le pasó el día que visitó el Balneario, por cierto ya abandonado.

"Al parecer al llegar al lugar echaron una bomba de palenque para avisar de esa llegada. En ese momento en el río Xares , que no embalse, había unos furtivos que lo habían envenenado y estaban cogiendo el producto de su barbaridad. Asustados por la bomba de palenque y seguramente creyendo que era la Guardia Civil la que venía, escaparon rápidamente subiendo la otra ladera del río. Seguramente serían mozos del pueblo de San Fiz.

Para que se sitúe el lector que no conoce el lugar, entre el pueblo y el río había apenas 150 metros. Los mozos desaparecieron rápidamente y no volvieron a verse. Pero el río quedó sembrado de cientos de anguilas, truchas y peces muertos.

Tantas eran que llamaron a gente que había en el pueblo y se dedicaron a coger, al parecer a sacos..."

Efectivamente el río Xares tenía muchísima anguila que remontaba todos los años nadando desde el mar...Por los años cuarenta no había ningún embalse y las pocas presas que había las remontaban fácilmente.

El río Xares era un vergel para el pescador.

Con razón dice Víctor Campio en el epílogo:

" ¡El Xares! Río truchero, de perfil quebrado, que bajaba de los neveros de A Ponte, muy cerca de Peña Trevinca, a trote y con prisa, entre roquedales, sobre arena fina y cantos rodados, para perderse en las entrañas del Bibei, del Sil, del Miño, del mar...

   Y un poeta para cantarlo."

 

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EPÍLOGO: VICTOR CAMPIO.

Víctor Campio Pereira es el que escribe el epílogo del libro citado "En las orillas del Xares" de Esteban Enríquez Fernández.

Víctor Campio, curiosamente, es un grandísimo amigo y fue mi compañero de profesión muchos años en el Instituto de Enseñanza Secundaria As Lagoas de Ourense.  También profesor de una de mis hijas. Hoy está jubilado, como corresponde a su edad.

No descubro nada nuevo si os digo que, para mí,  Victor Campio es actualmente uno de los mejores poetas gallegos, yo pienso que el mejor. Titulo que compartía con Antón Tovar y con Manuel Maria fallecidos recientemente.

No dejes de leer el epílogo y os daréis cuenta de que es una auténtica prosa poética. Un fuera de serie aparte de una bellísima persona.

Desconocía que Víctor Campio había estado, aunque fuera de pasada, en Alberguería y por eso nunca fue tema de conversación entre nosotros, pero lo será la próxima vez que lo vea. Seguro que me contará cosas...

Nota: efectivamente que me habló de Alberguería, dice que la visitaron después de comer y que le gustó mucho el pueblo y le dió mucha pena cuando le dijeron que desaparecería próximamente bajo las aguas de un pantano. Dice que posteriormente pensó en escribir una novela sobre el tema. Al final no lo hizo.

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Este es un pequeño curriculum sobre Victor Campio

 

Víctor Campio Pereira    (Garabás, Maside, Ourense, 1928)

      Estudou no Seminario  e na Escola Normal do Maxisterio de Ourense, exercendo de Mestre en Galicia, Castela e Levante. Licenciouse en Filoloxía Hispánica pola Universidade Complutense de Madrid, pasando a formar parte do INEMAD (Instituto Nacional de Enseñanza Media a Distancia). Fundou as revistas “Aula I” e “Tagore”, con fins educativos e colaborou, durante cinco anos, nos suplementos pedagógicos da revista “Escuela Española”.

     Iniciouse en poesía publicando en “Mirador Galaico” e “Posío, Arte e letras” de Ourense. Textos seus apareceron tamén en “Alcazaba” de Tetuán, “Trebo” de Ourense, “Dorna” de Santiago, “Cadernos do Támega” de Portugal, “Zorgai” de Bilbao, etc…

      É autor dos poemarios O ar que nos leva (1987), Perdida luz (2000) e O aire, a luz e o canto. Poesía reunida 1987-2006 (2008)  e ten participado noutros libros colectivos: Sete poetas ourensáns (1992) e Poesía dos aléns (1993).  En prosa publicou a novela Baixo o sol do Magreb (1999) e a colección de artigos Escritos en do menor (2000). Encargouse da adaptación de A gaivota do solpor (teatro noh xaponés) de Junji Kinoshira e de Hércules e maila corte de Auxías, de Friedrich Dürrenmatt, entre outras pezas dramáticas  que foron representadas polo grupo “Rúa Viva” de Ourense.

      Conseguiu os seguintes premios: “Biblioteca Endesa” (A Coruña, 1977), “Festas da Peregrina” (Pontevedra, 1977), “Festas da Luz” (A Rúa, Ourense, 1980), “O Nadal” (Begonte, Lugo, 1992), y “Modesto R. Figueiredo” de narrativa (santiago, 1988).

      Colaborou no xornal “La Región” e noutras publicacións Iberoamericanas como “Noti-Tarde” e “El Espectador” de Valencia (Venezuela), “La Ciudad de Avellaneda” de Buenos Aires, e “Galicia”, tamén da cidade porteña. 

 

Na fotografía, con Víctor Campio no medio,  están Luis González Tosar, Xesús Alonso Montero,  Manuel Outeiriño e o representante de Caixa Nova.

Víctor Campio. Fotografía de Miguel Villar.

Fai uns días, concretamente o 28 de novembro de  2008 asistín á  presentación dun libro seu "O aire, a luz e o canto" un  libro de poemas en galego i editado por Arte de Trobar. Realmente una marabilla de libro que recomendo.

"Víctor Campio está considerado como un dos cinco mellores poetas galegos de tódoslos tempos". (Xesús Alonso Montero)

Ver unha reseña deste libro en internet, así como un comentario persoal sobre Victor Campio i este libro.

" ¡El Xares! Río truchero, de perfil quebrado, que bajaba de los neveros de A Ponte, muy cerca de Peña Trevinca, a trote y con prisa, entre roquedales, sobre arena fina y cantos rodados, para perderse en las entrañas del Bibei, del Sil, del Miño, del mar...

   Y un poeta para cantarlo."

Victor Campio visto por Marcos de Abeleda no ano 1983.

EPÍLOGO

(Texto sacado del libro En las orillas del Xares de Esteban Enríquez Fernández)

  Y ahora cierro el libro. Pero un insistente rumor de intimidades sigue mariposeando en mis jardines interiores. Son las mariposas del recuerdo, esas avecillas chispeantes surgidas al hilo de la lectura reposada. Vienen a buscarme desde el pasado lejano, golpeando mis sienes.

  Cierro también los ojos para concentrarme. Y renazco en los años cincuenta, fecha de mi primer itinerario por los caminos valdeorreses, al abrigo del Sil y de las cadenas montañosas que separan Galicia de Castilla. Por allí y en aquellas fechas conocí al poeta bolés, cantor del río Xares y de sus riberas. Con el subí una mañana de mayo, por Petín y Mones, a las tierras paleozoicas de Santa Olalla que más tarde inmortalizaría en el celuloide el cineasta Chano Piñeiro.

  Y llegamos a San Martiño do Bolo, aldea nativa del poeta, cuna de sus ancestros y fuente sagrada de su inspiración.  La primavera estallaba sobre sus campos. A la entrada del pueblo, salieron a recibirnos sus más alegres moradores: el mirlo canoro, de negro plumaje; la graciosa abubilla, con su penacho de plumas; la bullidora oropéndola, que mece su nido al viento desde el columpio del ramaje; el cuclillo perezoso y cantor, que armoniza en nido ajeno la rutina del tiempo en la espesura de la fraga...

   Los poetas suelen ser generosos. Regalan lo mejor que tienen -su poesía- y nos hacen partícipes de sus emociones. Esteban Enríquez me regaló aquel día su palabra poética. Su voz era un encendido canto al paisaje y a sus gentes, el preludio en cierne del libro en sazón que ahora acabo de leer y que obró en mí el acicate para el recuerdo.

  Juntos recorrimos aquel día las corredoiras aldeanas de O Bolo y A Veiga. Trepamos los vericuetos del monte y descendimos a los valles profundos. En A Alberguería contemplamos atónitos, entre el asombro y la impotencia, las viejas casas deshabitadas, apiñadas en torno a la iglesia, esperando la hora decisiva de su inmolación, en aras del progreso. Muy pronto dormirán bajo las aguas.

  Al santuario de Prada, llegamos en romería. Admiramos su esbelta torre y le rezamos al Cristo de la ascensión. También, en otro delicioso rincón, nos extasiamos ante las ruinas del Balneario y la Herrería y nos entusiasmamos con la hermosura del puente, ahora desaparecido, que unía las dos orillas del Xares.

  ¡Y el Xares! Río empinado y truchero. Bajaba de los neveros de A Ponte a trote y con prisa.

   Las truchas del Xares eran manjar codiciado. No tenían el tufillo a fango de las truchas de otros ríos, porque el Xares bajaba limpio, despeñándose entre rocas, sobre arena fina y cantos rodados.

   Comimos al aire libre, ritualmente, extendiendo el blanco mantel de lienzo sobre el verde mantel del soto. Allí, a la sombra de los castaños, comulgamos con telúrica unción los frutos de la tierra y del río: cereales de la cuenca del Bibei, truchas, anguilas y barbos del Xares, tinto o blanco de las riberas vitícolas y el famoso requesón vianés. Arriba, en las copas de los árboles, nos acompañaba la algarabía de una orquesta pajarera, desde el mirlo al ruiseñor, desde el malvís a la tórtola.

   Me consta que Alfonsina, la adolescente que murió de amor, existió. Con otro nombre, pero existió. En el año 37, en pleno furor campal de odio feroz, ella protagonizó el drama de su amor, en versión definitiva. Como la historia de la Storni argentina. Como la fabulación de la veronesa Julieta o de la babilónica Tisbe. Conjugando realidad y leyenda. También como ellas, esta hija de la tragedia y del amor tuvo su canto fiel y su recuerdo perdurable en la memoria colectiva de los pueblos que integran la vieja comarca bolesa.

   Las chispeantes avecillas del recuerdo siguen galopando mis sienes, devolviéndome a aquel lejano pasado. El libro, ahora, reposa cerrado sobre mi mesa. Algún día saldré con él hacia las tierras de O Bolo para releerlo a la sombra de los alisos en flor que jalonan el recorrido del Xares. ¡El Xares! Río truchero, de perfil quebrado, que bajaba de los neveros de A Ponte, muy cerca de Peña Trevinca, a trote y con prisa, entre roquedales, sobre arena fina y cantos rodados, para perderse en las entrañas del Bibei, del Sil, del Miño, del mar...

   Y un poeta para cantarlo.

                                                      Victor Campio Pereira.

 

Nota:

El lector interesado con todo lo anterior debe leer el libro "En las orillas del Xares"  de Esteban Enríquez que repito es una auténtica maravilla. Para el que no lo tenga a mano , pero dió una lectura a todo lo anterior, sobre todo al epílogo de Victor Campio es posible que no entienda cuando Víctor se refiere a Alfonsina. Efectivamente para aclarar este punto les diré que Alfonsina es un soneto maravilloso del libro que voy a reproducir. Es un soneto que el autor dedica A Alfonsina que murió de amor una mañana de primavera en las azules aguas del Xares.

 

ALFONSINA

 

(Soneto para Alfonsina que murió de amor, una mañana de primavera en las azules aguas del Xares).

 

     Te fuiste de mañana enamorada

buscando en el río libertad

huyendo hacia la eternidad

misteriosa, sin fe, desolada...

 

    Te fuiste al llegar la madrugada,

creyendo encontrar la felicidad

que te negó el amor y la amistad.

Te fuiste para ser liberada.

 

  De un mundo intolerante que abandonas

en primavera, cuando el mar grita

y los prados se visten de verdor.

 

  Te fuiste con dolor y aún perdonas

la prohibida sinrazón maldita

que te ahogó en lágrimas de dolor...

 

 

                                          Esteban Enríquez Fernández.

 

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