Voy a empezar
a escribir estos recuerdos después de diez y nueve meses de
haber estallado en España la sublevación fascista, y cuando
mi corazón abatido y minado por tantas angustias y emociones
parece insensible al dolor y a la desgracia.
En el
transcurso de estas lineas voy a intentar recoger todos los
acontecimientos de importancia que durante este tiempo
me han ocurrido y que, cual hoja que lleva el viento, me han
zarandeado de un lado para otro, huyendo siempre a la muerte
que constantemente me acecha.
¿Venceré en
esta fantástica lucha?. No lo sé. La fatalidad puede en
cualquier momento atravesarse en el camino que el destino me
va trazando y, entonces, ¿quien prevé lo que podrá ocurrir?.
En primer
lugar, creo necesario hacer referencia a la situación
económica y política del ayuntamiento de la Vega
(2) con anterioridad al
18 de julio de 1936, lo cual voy hacer a grandes rasgos para
que las personas que me lean puedan hacer un juicio
desapasionado de los acontecimientos que más adelante he de
narrar.
El
Ayuntamiento de La Vega (3),
perdido en las estribaciones de la Sierra de la Culebra, sin
vías de comunicación de ningún género y muy alejado de la
cabecera del partido judicial y el más distante de la
capital de la provincia(4),
vivía desde tiempo inmemorial sometido servilmente al
despotismo de tre o cuatro familias, en cuyas manos estaban,
además del dinero y la fortuna, la administración municipal,
la justicia y la beneficiencia.
Muerto D. Tiberio
de Corzos, quedaron como jefes políticos efectivos el médico
de Meda, Rómulo Carracedo, el también médico de La Vega,
Marcelino Prada, y el tristemente célebre "Pepe de los Líos"
(5).
Este sujeto, nacido
de padres muy pobres y sin haber recibido más instrucción
que los rudimentos de primera enseñanza, empezó como
defensor, enredador y mediador de pleitos, llegando a
adquirir tal fama que a los pocos años no se solucionaba
ningún asunto en el juzgado municipal sin su intervención e
influencia. Poco a poco fue medrando su fortuna y con sus
chanchullos y marrullerías, falsificando firmas, haciendo
desaparecer documentos y buscando testigos falsos, logró
apoderarse de algunas haciendas importantes, acrecentando
cada vez más su capital a costa de dejar en la más espantosa
miseria a muchas familias honradas.
Por este tiempo es
cuando el público empieza a llamarle el significativo nombre
de "Pepe de los líos". Hombre astuto, adulador y meloso,
logró ejercer una influencia decisiva en el juzgado de
instrucción y en la Audiencia de Orense.
Al advenimiento de
la dictadura de Primo de Rivera (6)
y en combinación con Rómulo Carracedo, logró destituir al
entonces Secretario del Ayuntamiento, Santiago Álvarez, y
desde ese momento todas las riendas de la administración
municipal quedaron en sus manos: colocó a su hijo Luis
en la alcaldía, a Paquito (7)
como Oficial 1ª del Ayuntamiento, a su mujer como comadrona
municipal, montó una farmacia para explotar la beneficiencia,
dio a otro hijo la depositaría de fondos municipales y, de
esta manera, todos los ingresos y prebendas fueron
exclusivos de su casa.
A partir de esa
fecha "los Líos" son los amos de todo. El secretario
municipal es en sus manos un muñeco sin voluntad propia y
los médicos no son más que figurones al lado del verdadero
director político que es "Pepe de los Líos".
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Las notas se deben a Pilar
Ortega González y Francisco Xavier Redondo Abal.
2 A Veiga,
Ayuntamiento de la Provincia de Ourense, limita al norte
con los ayuntamientos de O Barco, Carballeda y Petín, al sur
con el de Viana do Bolo, al este por la provincia de Zamora
y al oeste por el Ayuntamiento de O Bolo. Con una extensión
de 291 km cuadrados, contaba con 6.742 habitantes, según el
censo de 1930. En la actualidad apenas supera los 1.300
(padrón de 2004). Pertenece al partido judicial de
Valdeorras.
3 Comprende
las parroquias
siguientes: Baños, Candeda, Carracedo, Casdenodres,
Castromao, Castromarigo, Corexido, Corzos, Curra, edreira,
Espiño, Lamalonga, Meda. Meixide, Prada, Prado, Pradolongo,
A Ponte, Requeixo, Riomao, San Fiz, San Lorenzo, Santa
Cristina, Seoane, Valdín, A Veiga, Vilaboa y Xares.
Aquí echo
de menos a Alberguería,
es un fallo de los autores de las notas.
4 En concreto, A
Veiga dista de ourense 137 km.
5 Su verdadera
identidad era José Rodríguez García, propietario derechista
y antiguo alcalde de A veiga.
6 El 12 de setiembre de
1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera,
se alza contra el gobierno liberal de Garcia prieto y
proclama el estado de guerra. Su dictadura acabará el 28 de
enero de 1930, día en que Primo de Rivera presenta su
dimisión e inicia el exilio francés.
7 Era otro de sus hijos,
llamado francisco Rodríguez Fariñas, con el tiempo segundo
Jefe de Falanxe Española de la zona.
(...)
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Alfonso Ortega Prada
(...) EL GOLPE DE
ESTADO.
Así las
cosas llegaba el 17 de julio (36).
Yo después de haber estado varios meses enfermo en cama,
bajaba ese día a incorporarme de nuevo al trabajo. Ese
día tuvimos las primeras noticias del levantamiento de
Franco con las tropas de África. El 18 no tuvimos
noticia alguna y el 19 era llamado urgentemente a Orense
por el gobernador (37)
el alcalde de la Vega, y ese mismo día se recibía orden
circular de mantener el orden a toda costa, detener a
los elementos fascistas y recoger las armas
(38). La Guardia
Civil se decía colaboraba con el gobierno.
El 20
seguíamos sin noticias. No venía la prensa ni circulaban
los trenes: la situación se agravaba por momentos.
El 21
decidimos, tras largas deliberaciones, recoger las armas
tanto a derechas como a izquierdas y luego obrar según
aconsejasen las circunstancias. La Guardia Civil había
sido concentrada. La del puesto de La Vega había sido
llevada a Gudiña y se decía que seguía adicta al
Gobierno.
El 22 supimos
que había sido detenido el gobernador de Orense
(39) y todos los
elementos destacados de izquierdas y que había sido
declarado el estado de guerra en la provincia
(40). Los ánimos
estaban excitadísimos: todos pedían armas y querían a
toda costa resistir y defenderse.
El 23
formábamos un Comité de defensa compuesto por Vidal, por
el Partido Comunista, Pepe Lameiro por el Frente
Popular, y yo por el Partido Socialista
(41). Acto
continuo, se repartieron las pocas armas de que
disponíamos: unas 50 escopetas y unos 12 cartuchos para
cada una.
Llegaban
noticias de que en el Padornelo, Gudiña
(42), Barco,
Ponferrada, etc., los obreros se defendían y luchaban.
Aquí no queríamos ser menos: se concentró la genete en
la Vega, se organizó lo mejor que pudo, se montaron
guardia en varios sitios y tal vez un poco alegre e
inconscientemente, a esperar acontecimientos.
El 24 ocurría
un hecho doloroso cuando un grupo compuesto por
muchachos del pueblo de Corzos
(43) hacía guardia en el puente de
Castromao. Acertó a pasar por allí "Pepe de los Líos",
que al parecer se dirigía a Viana con el fin de avisar a
las fuerzas facciosas. Uno de los del grupo, a cuyo
padre había arruinado "El Líos", al ver cruzar a este le
mató de un tiro (44).
Yo reproché acertadamente este hecho, pues, aunque este
individuo mereciese nuestro odio y nuestro desprecio, no
entreba en nuestros métodos asesinar a nadie y menos a
un anciano indefenso.
El pueblo de La
Vega, donde estábamos con nuestra gente, nos era
completamente hostil; yo sabía que en caso de llegar las
fuerzas y entablarse alguna refriega seriamos
ametrallados por la espalda.
El 24 ya de
noche, un disparo hecho sin saber por quien hería de
gravedad a uno de nuestros camaradas.
El 25 a las 6
de la mañana recibí yo una confidencia según la cual a
eso de las tres de la madrugada había salido de Viana,
con buen armamento y una ametralladora, 30 guardias
civiles y algunos falangistas con el fin de batirnos.
Así se lo comuniqué a Vidal y demás compañeros. Los
momentos eran críticos y no había tiempo que perder. 50
escopetas de caza con escasas municiones no podían
resistir a 30 guardias civiles bien pertrechados. Yo
aconsejé evacuar la vega y dirigirnos a Jares
(45). Aquel era
pueblo amigo y allí acordaríamos lo que se debía hacer.
Acto continuo
procedíamos a la evacuación y cuando 20 minutos más
tarde nos encontrábamos encima del Toral, y como a unos
cien metros del pueblo de la Vega nos hacían los
guardias, que venían al otro lado del río, bajando las
chairas, la primera descarga cerrada desde una distancia
de 1500 metros. Las balas pasaban silbando y nuestra
réplica era imposible: nuestras escopetas podrían
alcanzar 200 metros escasamente.
Ordenamos
disolverse en grupos pequeños, irse concentrando en Jares o marchar a sus casas lo que así lo deseasen.
Yo llegaba a
Jares a las tres de la tarde. Para esa hora ya habían
llegado muchos grupos y el pueblo hervía como unagran
caldera a todo vapor. Las mujeres y los viejos se
mostraban indignados:
-Aquí los esperamos, a ver quien entra en este
pueblo. Si no hay fusiles, hay hoces y guadañas.
Estas eran las
expresiones que se oían por doquier. Hasta el traído y
el pérfido Sanjuán decía:
-Todos debemos morir antes que dejarles entrar en el
pueblo. Desde aquí -decía- barremos a todos los
que vengan...
Mientras tanto, seguían llegando grupos de hombres a
Jares. A la postura del sol, Vidal dirigió la palabra al
pueblo aconsejando calma y serenidad. Yo, en compañía de
Florencio y José Félix (46),
había recorrido todas las entradas del pueblo y habíamos
organizado la resistencia, mientras otros preparaban
bombas de mano y revisaban las armas. Se habían logrado
reunir, además de las escopetas, unas 30 pistolas
(47), que dentro
del pueblo constituían un arma preciosa. Desde luego si
se atrevían a venir los facciosos el choque sería
sangriento: ellos llevaban la peor parte en una lucha
dentro de un pueblo como este.
Ya oscurecido y
cuando estaba yo conferenciando con el médico recibí un
aviso urgente y me dirigía a la plaza. Uno de los
jóvenes más valientes y decididos, Benigno Lameiro
(48),
proponía que abandonásemos el pueblo, pues si la guerra
duraba muchos días la resistencia sería un crimen y un
suicidio estéril: quemarían el pueblo y al fin
tendríamos que huir abandonando a su suerte a las
mujeres y los niños. Cuando yo llegué muchos se
inclinaban por lo que proponía. Yo, una vez consultado,
nada tenía que oponer, ni era realmente justo ni humano
sacrificar muchas vidas inocentes que seguramente
tendrían que perecer.
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Las notas se deben a Pilar
Ortega González y Francisco Xavier Redondo Abal.
36 De ahora en
adelante es fundamental la consulta del libro de Julio Prada
titulado Ourense 1936-39 alzamiento, guerra e represión.,
también la de Félix García Yáñez o Barco e a terra de
Valdeorras na II República.A Veiga,
37 Gonzalo
Martín ;arch, de Izquierda republicana.
38 Lo
cierto fue, como afirma Julio Prada, que el alcalde no pudo
ser recibido por el Gobernador Civil, dado el clima de caos
reinante. En su lugar lo hizo Fructuoso Manrique, que "le
ordenó desarmar a los derechistas y movilizar a la gente en
prevision de cualquier eventualidad"
39
El 20 de julio fue detenido en su despacho el gobernador
Gonzalo martín March por el Teniente Coronel Luis Soto Rguez,
Comandante Militar y Jefe de la zona de reclutamiento de
Ourense. Acontece entonces algo verdaderamente inesperado:
el citado Luis Soto ordena la puesta en libertad del
gobernador que parte hacia Pontevedra, donde había sido
profesor de instituto y donde tenía su domicilio. Nuevamente
detenido, ya en la ciudad del Lérez, el 27 de julio, es
juzgado en consejo de guerra Martín March fue condenado a
la máxima pena y fusilado el 17 de septiembre de 1936.
Contaba treinta y nueve años y dejaba viuda y tres hijos.
40
El mismo día 20 se leyó en la ciudad de Ourense. a las 14:00
horas.
41
Fernandez Lorenzo, Ortega y Lameiro ocuparán los cargos de
presidente, secretario y suplente respectivamente del comité
Revolucionario, al que el alcalde de A Veiga, Manuel Rguez.
garcía cede los poderes del Ayuntamiento según el acta del
día 21 de julio de 1936
42
En A Gudiña se libró la última resistencia contra el golpe
militar en Ourense: dirigida por un sargento de
carabineros y con los trabajadores de la linea férrea
Ourense-Zamora, todo acabó cuando una semana después los
milicianos liderados por el alcalde Felicísimo Pérez Ortega
(primo de Alfonso Ortega Prada) se retiraron hacia
Ponferrada
43
Corzos, parroquia del ayuntamiento de A Veiga.
44 El
que fuera alcalde de A Veiga, José Rguez. García, se dirigía
en realidad a Pradolongo con la intención de esconderse en
la casa de unos familiares ante la posibilidad de sufrir
alguna represalia. Detenido en las proximidades de Viana do
Bolo, fue asesinado de dos disparos. El párroco de Meda,
José Manuel Barco Herrero, exculparía de esta muerte a
Ortega y al resto del comité revolucionario afirmando que el
grupo de Corzos "no tenía instrucciones de ningún género del
comité dirigente de La Vega ni del resto de la masa con
respeto a este asesinato". Prada Rguez.
45
Efectivamente las instrucciones del Comité de la Veiga
aconsejan la retirada de los resistentes y al mismo tiempo
se producen las requisas en las parroquias de Valdín y
Seoane.
46 Los
hermanos Florencio y José Félix Lorenzo nacieron en Xares en
1894 y 1918 respectivamente. El mayor, Florencio era
tesorero de la Sociedad Agraria. escapó al monte el 2 de
diciembre de 1936 al saberse perseguido por la Guardia Civil
y los falangistas. Presentado en septiembre de 1937, estuvo
preso en la Torre de Viana do Bolo y en la cárcel de
Celanova. En 1939 fue juzgado por "auxilio de rebelión" y
condenado a 12 años de prisión, José, campesino como su
hermano y también militante de la Sociedad Agraria, fue
asesinado en Xares, apareciendo su cuerpo el 25 de mayo de
1937.
47
Entre las requisas llevadas a cabo en Xares figura la
escopeta del párroco Rogelio Fernández Pérez, asi como cerca
de cincuenta carneros y ovejas, perteneciente a los hermanos
Delgado Blanco, residentes en Madrid.
48
Benigno Romero Lameiro, labrador de A Veiga, era primo de
José Lameiro Bermúdez, miembro del Comité Revolucionario de
A Veiga.(...)
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Alfonso Ortega Prada
(...) COMIENZA LA
REPRESIÓN.
Mi casa
era la primera en sufrir la acometida. Llegaron a ella
en avalancha y, como se traba de tomarla, haciendo un
sinfín de disparos y después de forzar las puertas, se
precipitaban en el interior dando rugidos de fieras y
empezaban la destrucción y el saqueo: toda la loza,
servicio de mesa y cocina era hecho añicos; las camas,
las mesas, las sillas y los aparadores saltaban en
astillas; y mis libros, mis queridos libros, y mis
papeles y documentos alimentaban una gran hoguera a la
misma puerta de la casa. Mientras, otros se dedicaban a
cazar a tiros mis gallinas y todos, por último, se
apropiaban de aquellos objetos de valor que podían
trasportarse con facilidad.
Momentos más
tarde seguían igual suerte muchas casas: la del médico,
la de Manuel Álvarez, la de francisco Prieto (51) y
otros, y en todos la obra de brutalidad y latrocinio
llegaba al grado sumo de exageración.
Mientras tanto,
la gente del pueblo que no había huído oía, llena de
pavor y espanto, los gritos de odio y los insultos de
aquella manada de salvajes. Se destruía y se robaba por
el solo gusto de hacer daño y de satisfacer sus bajos
instintos salvajes.
En casa del
médico (52), además de destruir sus muebles y quemar su
biblioteca , le destruían todo el instrumental
quirúrgico y le robaban todas sus ropas. La farmacia
quedo convertida en un montón de cajas deshechas y
vidrios rotos, además de robar muchos artículos sobre
todo de perfumería.
A Manuel
Álvarez, además de robarle dinero, alhajas y jamones,
abrían las llaves a las cubas y dejaban que el vino se
derramase.
A Domingo
Vázquez también le destruían todo y desde un
balcón de bastante altura arrojaban a la calle, donde se
destrozaron, una máquina de coser y un reloj de pared.
A
Francisco prieto le hacían añicos todos los cristales de
la galería de su casa y le robaban los trajes y anillos
y pulseras de mucho valor.
Miguel
Blanco, Florencio Félix, José Félix y otros fueron al
igual despojados de muchas cosas después de destruir
todo lo que les parecía.
El
domicilio social de la Asociación también recibió los
invites de la furia: deshecha la puerta a golpes de
hacha, penetraban en su interior y destruían el
mobiliario y con todos los papeles y libros que hallaron
hicieron una gran hoguera.
Imposible
sería dar un detalle completo de los atropellos, robos e
iniquidades cometidas por aquella horda salvaje aquel
trágico día 30 de julio en el pueblo de Jares. Solo
quiero hacer constar que entre los energúmenos abundaban
médicos, maestros, abogados, comerciantes y los curas,
así como los representantes de las familias más ricas y
"honradas" no solo del municipio de la Vega, sino de
Viana y Barco de Valdeorras. Y dicen que vienen
defendiendo el orden y la justicia. Y traen el pecho
plagado de medallas y cristos.
Después de los
acontecimientos que acabo de narrar, la persecución
seguía en aumento. Todos los días, en grupos de 10 a 20
hombres llegaban a unos u otros pueblos y en las casas
de aquellos que hubiesen cometido el terrible delito de
votar la candidatura de izquierdas se daban escenas como
las antes descritas.
La
desmoralización y el desconcierto en los elementos de
izquierdas era completo. Retirados todos los aparatos de
radio, sin prensa, sin jefes e instaurado el régimen de
terror más brutal que hayan registrado los siglos, ya
nada podía esperarse, El pánico se había apoderado de
todos y cada uno pensaba en salvar su vida. Poco a poco,
los montes y las sierras iban poblándose de hombres que
disputaban su guarida a las fieras (53).
Yo, en
compañía de mi esposa (54), decidí marcharme a
Valdeorras y pasar unos días en casa de unos amigos. En
efecto, el día 5 de agosto llegábamos a dicha casa,
donde éramos recibidos con todo cariño.
Durante
los días que permanecimos allí yo recibía frecuentes
noticias y leía todos los días la prensa, noticias muy
exageradas y a veces contradictorias que no hacían más
que desorientarme y aumentar mi angustia, angustia que
era constante por las nuevas que tenía de muchos
compañeros: en La Gudiña, en Viana, en Villamarín en el
Barco caían diariamente muchos compañeros y amigos
íntimos después de ser brutalmente maltratados.
La persecución
crecía y se extendía cada vez más: a las capitales, a
las villas, a los pueblos grandes, a los chicos, a los
medianos y hasta a los míseros caseríos de la Sierra
llegaba la ola de terror. Muertes y más muertes, sangre
de españoles derramada por españoles, odio, vileza y
vergüenza por doquier. ¿Donde están el honor y la
honradez?. ¿Donde la sagrada hermandad de la sangre que
corre por nuestras venas?.
Parece imposible
que un pueblo haya podido caer tan bajo, se resiste uno
a creerlo. Pero es cierto. Es trágico y dolorosamente
cierto.
Y la traición.
también la traición ha sido norma de esta hora en
España. Muchos, y muchos que se decían de izquierdas,
que eran comunistas, socialistas y cosas por el estilo,
visten ahora camisa azul y se dedican, formando parte de
la gran cuadrilla de asesinos, a dar caza y a liquidar a
sus hermanos,. Verdad terrible, pero verdad al fin.
(55).
Unos se han
vendido por un pedazo de pan, de pan amasado con la
sangre y las lágrimas de sus hermanos; otros por miedo,
por miedo a perder una vida que ya siempre tendrán
que arrastrar bajo el signo de la ignominia. Pero unos y
otros son nuestros peores enemigos: ellos nos
perseguirán con más saña que los que siempre estuvieron
en contra nuestra.
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Las notas se deben a Pilar
Ortega González y Francisco Xavier Redondo Abal.
51 Manuel Álvarez,
de Corzos, acabó entregándose a las nuevas autoridades,
junto con sus hermanos Dario y Luciano, Francisco Prieto
Bruña, ya mencionado de Xares, fue concejal del Frente
Popular y calificado por los sublevados como "comunista y
presidente del comité rojo" García Yañez. Ob. cit.
52 Se refiere
Ortega al médico de la Sociedad Agraria de Xares,
Antonio Veiga Ferreiro.
53 Son
interesantes estas afirmaciones que hace Ortega pensemos
en las fechas en que fueron escritas (inicios de 1938).
ya entonces parece constatarse el goteo no interrumpido
de huidos y su única ambición a medida que transcurre el
tiempo: salvar la vida ante la persecución y el
terror de las nuevas autoridades. Esta situación no
culminará hasta el fin de la guerra y continuará más
allá.
54 Con
excepción de la dedicatoria, por primera vez aparece la
figura de la mujer de Ortega: Generosa Lorenzo Escuredo
(Requeixo, 1903 - Posada del Bierzo 1966) con la que se
casará en 1926. Vivirá otro calvario paralelo al de su
marido: éste huído, en esta fechas con cinco hijos,
vigilancia constante y llamadas reiteradas al
cuartelillo de la Guardia civil.
55
Ortega está pensando, probablemente, en el antiguo
secretario de la Asociación Agraria De Xares, Francisco
Sanjuán, sobre cuya trayectoria ya se habló en páginas
anteriores: con protitud Sanjuán apareció con la camisa
azul a la que hace referencia ortega, y destacó como uno
de los mayores perseguidores de sus antiguos compañeros
socialistas. Sanjuán obligará al exilio interior a la
madre de Ortega, Rsureción Prada Alonso, que tuvo que
regresar a Sampil de Sanabria, Zamora.
(...)
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